¿Cómo poder construir conocimiento científico sobre nuestra realidad social, desde el cuerpo y la escritura? ¿En qué coordenada “lo que nos pasa” puede ser un camino de indagación epistemológica, donde confluyen las sensibilidades, las afectaciones y los deseos de impugnar lo establecido? Ya lo expresaba Marx, “la formación de lo cinco sentidos es un trabajo de toda la historia universal hasta nuestros días” (Fazio, 2018). Lo que sabemos del mundo lo sabemos por y a través de nuestros cuerpos: “Las sensaciones están distribuidas de acuerdo a las formas específicas de capital corporal. El capital corporal son las condiciones de existencia alojadas en el cuerpo individual, en el cuerpo subjetivo y en el social” (Scribano, 2013, p. 9). En otras palabras, indagar lo sensible brinda horizontes de significación sobre la relación entre cuerpos, emociones y sociedad, su capacidad de control, pero también su enorme potencia transformadora.

Entender, el mundo actual, sus variadas relaciones de poder y la multiplicidad de los sujetos que interactúan ante circunstancias concretas de vida, es una ruta de exploración que nos lleva a estudiar la subjetividad. Por ésta podemos entender “una producción simbólico-emocional de las experiencias vividas que se configura en un sistema que, desde sus inicios, se desarrolla en una relación recursiva con la experiencia” (González Rey, 2012, p. 13). Así es como llegamos a interesarnos por la subjetividad en tránsito y al encuentro con otras, pues estas formas concretas de andar por la vida, estas formas sensibles de estar en el mundo plantean interrogantes sobre el habitar procesos de territorialización y desterritorialización.